Separo estos tres precandidatos de la precandidata Tohá, porque esta última se alinea entre los que siguen abonando un liberalismo abierto, transnacional, que es el que ha dominado a Chile en los últimos 50 años, y que fuera de generar un crecimiento mediocre a largo plazo (2%), a pesar que su consigna ha sido priorizar el crecimiento, se persiste en una postura equivocada desde sus raíces.
Jara, en cambio, ofrece postular un cambio sustantivo de estrategia; dice querer algo parecido al modelo chino. Es decir una economía que conduce el Estado central pero que se abre al liberalismo económico, es decir al mercado. Probablemente Jara debió decir que postula un modelo similar a las economías ASIÁTICAS, pues tanto Japón como los «Tigres asiáticos» y ahora China, a pesar de sus diferentes regímenes políticos han tenido un modelo de desarrollo semejante, que trataré de definir en pocas palabras:
1) Rol conductor y promotor del Estado.
2) Economía de libre iniciativa privada en simbiosis con la iniciativa del Estado.
3) Desarrollo sustentado en el conocimiento y la innovación.
4) Economía que avanza sobre dos pies: desarrollo de mercado interno y también del mercado externo.
5) Crecimiento económico e integración social, como política sustentable a largo plazo.
Esto es lo que se define como el «MODELO ASIATICO» el cual ha resultado ser la piedra filosofal para la salida del atraso durante los tiempos de globalización.
Si a la economía chilena le quitamos los años de los altos precios de las materias primas (2003 al 2013), nos encontraremos que se trata de una economía abortada. Que la otra etapa de crecimiento acelerado (1987 a 1996) correspondió a la recuperación de una caída catastrófica del producto (14%) y al regalo de nuestra riqueza minera y de empresas públicas.
Se debe sumar a ello que el poco crecimiento durante la dictadura se sustentó en un endeudamiento nacional (deuda externa) que pasó de US$ 6.000 millones en 1973 a US$ 24.000 a 1989.
Este fracaso global e histórico, que sólo ha beneficiado al 20% de los chilenos y oprimido al 80%, se insiste en considerarlo inmodificable.
Winter plantea profundizar las reformas originarias del programa del actual gobierno que no se pudo realizar y Moulet toma los principios de un regionalismo, muy necesario si se desea salvar la democracia, cuestionada en varios frentes de legitimación.
La derecha, ya sabemos, cree en un imaginario chorreo desde la abundancia. Sin traslucir que el apetito pantagruélico de los ricos viene creando una obesidad mórbida de los que administran la mesa servida sólo para los mismos, sin incrementar la riqueza con las herramientas de la inteligencia, sino condenando a todos a sufrir la molicie de lo regalado por la naturaleza y la avidez encarnada en una delincuencia especulativa, evasora y envilecedora de toda la convivencia nacional.
Lo más grave del modelo de libre mercado desregulado, aplicado en Chile, es que esa inmensa riqueza acumulada en manos de unos pocos, está desangrando de capitales al país, pues ya no se invierte en Chile sino que se han derivado al exterior más de 160.000 millones de dólares, más otros 200.000 millones de dólares que las empresas mineras han obtenido casi como regalo de los dioses, y que también han ido a parar a las arcas de los accionistas.
Si persiste esta hemorragia junto a la parálisis productiva, se incrementará la pobreza interna y la violencia que ella arrastra.
Creo que por ahí va la consigna de Jara de «aumentar la economía interna y los salarios».
Lo que resulta poco comprensible, a estas altura, que los otros candidatos de «izquierda» cuestionen una propuesta que es evidentemente acertada.
Santiago junio 26, 2025