LA DECADENCIA. Nancy Guzmán*

Quienes seguimos soñando con un país políticamente estable, económicamente justo y socialmente diverso lo vemos caer en la más grave decadencia política desde 1990.

La falta de proyectos políticos que puedan llevarnos a salir de este marasmo no se ven, aunque sí vemos el surgimiento de liderazgos vacíos de contenido o con los mismos contenidos que nos tienen mirando un horizonte oscuro.

Lo que si vemos es una profusión de visiones neofascistas, populismos que esconden un perverso narcicismo y una socialdemocracia que de democracia tiene poco y menos aún de social.

Muchos sectores han comenzado a desencantarse ante la posibilidad de cambio que genere una Constituyente, más aún ante el panorama de las próximas elecciones que incluyen nada más y nada menos una presidencial.

¿Por quién votar? Esa es la cuestión.

Inicialmente todos soñamos con la posibilidad que emergieran ciudadanos independientes, no apolíticos, sino independientes de los partidos políticos que han integrado la transición, incluso de los que aparecieron como alternativa a la Concertación. Se esperaba que aparecieran ciudadanos sin manchas de dineros, sangre o corrupción en sus manos. Soñamos que de esa nueva generación nacería una democracia sana, donde todos encontraran justicia, donde la diferencia fuera normalizada, donde la infancia fuera realmente protegida no negociada, donde la corrupción igual que el narcotráfico sea duramente castigada, donde despertarse cada día fuese soñar un futuro posible.

No habíamos terminado de soñar, cuando los de siempre se propusieron como candidatos independientes para la Asamblea Constituyente. Los partidos políticos tomaron en sus manos la conducción y los sueños comenzaron a desvanecerse.

Peor aún ocurre en el ámbito de las elecciones de gobernadores y presidente. Ahí la guerra de intereses y de egos ha llevado al no tener por dónde cambiar el país.

Jiles, la operación de la derecha

Es grave que una persona se presente a candidata presidencial negociando la miseria que vive un porcentaje importante de la sociedad, la misma que muere en los hospitales por la pandemia. Es grave que en su delirio infantilice a la sociedad llamándola “nietitos”, poniéndose, simbólicamente, sobre una clase social a la que llama “su pueblo”, como si el “pueblo” fuese propiedad privada y no el motor de cambios en una sociedad, el que debe decidir sobre su destino, el que de verdad construye la riqueza del país.

Este populismo con tintes facistoide es el gran triunfo de la derecha. Fue CADEM quien dio un impulso increíble al ponerla en la cabecera de la carrera a la presidencia. Raro. Solo hace unas semanas otras encuestas daban a Jiles un cuarto lugar y a Jadue sobre Lavín.

¿Qué busca CADEM?

CADEM entrega datos políticos y económicos para inducir al desencanto ciudadano para fortalecer a la derecha con él. Sus resultados de encuesta tienen un efecto multiplicador a través de los medios, todos en manos de la derecha. El Mercurio, algunos canales de TV ya venían haciéndole la pega a CADEM, de propiedad del “choclo Délano”, gran amigo de Sebastián Piñera, financista de la derecha, condenado por el caso Penta, con entrevistas muy dirigidas a Jiles y su consorte.

Hay que decir que el hombre de confianza de Délano en CADEM es Jaime Solari, hermano de Ricardo Solari, con quien Jiles tenía estrecha amistad en los primeros años de la transición.

Como vemos, todo muy claro: la derecha realiza una operación dándole a Jiles espacio para el desenfreno con el fin de cerrar el paso a Jadue a La Moneda, alternativa de la oposición tras el débil posicionamiento de Paula Narváez en la carrera a la presidencia.

*  Periodista y escritora

Marzo 28, 2021

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