
El debate político que se ha dado en el Cabildo Pedro de Valdivia de la Comuna de Providencia está en la ruta de la deliberación que se desarrolló en las comunas de Chile a partir del 18 de octubre de 2019. Quisiera contribuir al debate con algunas pocas líneas de reflexión.
Las grandes transformaciones que Apruebo Dignidad anunciaba en la primera vuelta contaron con un escuálido apoyo de 25,8% es decir 1,8 millones de electores. El Nuevo Pacto Social aportó a la votación del Frente Amplio para obtener Boric finalmente 55,9% (contra 44,1% de Kast), es decir 11,8 puntos por sobre el candidato de la derecha, equivalente a casi un millón de votos de diferencia. Este resultado, nunca antes visto en el período pos dictadura invita a la reflexión.
En primer lugar, Boric obtuvo solo el 31% de la población habilitada para votar. 44% del electorado habilitado para votar se abstuvo de participar, lo que representa 6,6 millones de ciudadanos. Dos. A las fuerzas propias de Apruebo Dignidad se suman las del Nuevo Pacto Social, más el PRO de Marcos Enríquez Ominami, la Unión Patriótica de Eduardo Artés y la votación del candidato del Partido de la Gente, Franco Parisi, que finalmente, contra todo pronóstico, se volcó por el candidato del Frente Amplio. Sin embargo, sumadas todas esas contribuciones no dan los 55,9% de la victoria de Boric.
La clave está en que a los 50 y fracción de los ganadores en elecciones pasadas se sumaron 5 puntos que nunca antes había votado. Ese es un dato central, aportado por la calle, y que de una u otra manera podrá inclinar la balanza hacia aquellos que se sintieron atraídos por el programa de la primera vuelta. Digo esto, porque si el gobierno Boric no tiene la mayoría en el Congreso tendrá que evaluar el apoyo de la ciudadanía bajo otros parámetros que los que la clase política ha tradicionalmente considerado.
En el Senado existe en el mejor de los casos un empate, en la Cámara de diputados con una derecha reducida a 68 diputados, Boric necesita 78 de éstos para lograr la mayoría – recordemos que la Cámara está constituida por 155 miembros – lo que podría conseguir sumando a los 37 diputados del Frente Amplio, los 37 del Nuevo Pacto Social, a los que podrían agregarse 3 humanistas y 2 del partido ecologista verde es decir, 79 en total. Obtener estos 5 últimos es materia de acuerdos y negociación, por tanto algo que, al menos en el corto plazo, no está zanjado ni mucho menos. Más aún si se considera que existen 8 diputados no necesariamente alineados con ni uno ni otro bando: 6 del partido de la gente, 1 de independientes sin pacto y 1 independientes unidos. Hasta ahí la lucha parlamentaria.
Pero, ¿qué es la calle?
Se trata de un vasto grupo heterogéneo en el que se agrupan deudores habitacionales, del CAE, de créditos de consumo, seducidos por eventuales negociaciones y perdonazos, junto a una clase media aspiracional integrada por jóvenes profesionales en sus primeros años de carrera y de endeudamientos (primer departamento, vacaciones en el extranjero, gadgets, auto y utilitarios de gama…) seducidos por expectativas y bienestar en orden y seguridad. Grupos al que se suma un vasto universo de adultos mayores luchando por una sobrevivencia digna, en medio de una sociedad que mira hacia al mercado y poco afecta a planes de solidaridad que significan mayores impuestos.
A estas alturas se impone una interrogante: ¿podrá Boric contar con esa masa heterogénea aspiracional?
En política nunca hay un “para siempre”.
Por el momento las declaraciones de la futura Ministra vocera de gobierno, Camila Vallejos, nos sacan de dudas. En síntesis, dice que la administración de Gabriel Boric “es un gobierno de centroizquierda” (que) “tiene un programa que recoge aspectos de la socialdemocracia europea, pero atendiendo a las demandas contemporáneas, en temas que han estado sobre la palestra: feminismo, la crisis climática, el mundo animalista”. Está claro que las intenciones de la primera vuelta no quedan sino en eso.
El gobierno sabe que en algún momento tendrá que apelar a esa fuerza de reserva que inclinó la balanza electoral de manera inédita. Por eso la Ministra agrega: “El control de las expectativas tiene mucho que ver con involucrar a la ciudadanía en el proceso”.
Si ese es el propósito cabe preguntarse acerca de las señales que ha dado el futuro gobierno invitan o no a la participación de la ciudadanía en el proceso. No creo que el electorado en este momento esté sacando cuentas acerca de las intenciones del futuro gobierno. Las necesidades y las expectativas señalan que el período de gracia del gobierno Boric será breve.
¿Qué nos muestra la realidad?
La rapidez de los cambios dejan atrás las convicciones. Hace dos años atrás el 19 de octubre marcaba un hito en la participación del Pueblo en la política. La Convención y la elección presidencial vendrían a consumar con sus resultados, la ola democratizadora que el movimiento social, desde las comunas y su deliberación, había instalado en medi0 de la vieja política. Sin embargo, 5 meses después la pandemia paralizaría la economía y reduciría al desempleo a 2 millones de trabajadores.
Un gobierno sin ideas fue incapaz de convertir las ayudas sociales en oportunidad de crecimiento, por eso a fines de 2021 el balance señalaba que 50 mil millones de dólares se habían gastado en ayudas a ingresos de emergencia, Fogape, subsidios diversos, etcétera.
Nada de eso podía funcionar porque el mercado valida iniciativas dentro de una estructura muy restrictiva de relaciones sociales. El mercado no puede resolver situaciones estructurales que tienen que ver en lo social, con desigualdades, en lo económico fundamental, con continuidades inter productivas y mayor complejidad de la economía que permita exportar e integrarse en las cadenas de valor de la matriz productiva, en lo financiero con lo que Keynes y Minsk llamaban el velo financiero. En una palabra la estructura es problema de Estado. El Estado resuelve qué modelo de mercado para una estructura que políticamente determina el Estado. No es lo contrario.
El mercado es un instrumento al servicio de la estructura. El mercado no es una entidad autónoma, es parte de una estructura de relaciones sociales, históricas, culturales, que funciona según parámetros, métrica y constantes determinadas por la estructura.
Por eso, el riesgo, la confianza, la estabilidad, las formas que toman los acuerdos tienen sentido según la estructura política que preside los fundamentos de los acuerdos. Sin esa estructura básica las llamadas “leyes del mercado” se transforman en convenciones que al día siguiente se rompen, pactos en que todos buscan engañarse unos a otros, arriendos que no se respetan, contratos y pactos que se resuelven en tribunales, colusión en precios de medicamentos, papel confort, pollos…clivaje en los precios de las Isapres y la medicina pública, precios abusivos en las comisiones a todo evento de las AFP, cálculos absurdos en las tablas de mortalidad (110 años), intereses misérrimos por el ahorro forzoso, y condiciones especiales en el mercado de capitales, para inversionistas de grupos económicos que negocian títulos de deuda a intereses privilegiados….
Mario Marcel vendrá a administrar un modelo que no resuelve. Supongo que como administrador lo hará bien, pues los parámetros que deberá manejar los conoce a cabalidad. Pero con los parámetros actuales no logra satisfacer las apuestas que el mercado fija como meta. Ya vimos la diferencia entre estructura y mercado y la dificultad que significa la mantener la dependencia del corto plazo de un largo plazo que no se concreta.
Por eso el crecimiento más allá del 2,5% no parece posible en un año en que las metas de Empleo difícilmente podrán concretarse, la Deuda Pública deberá mantenerse en alrededor de un 45% del PIB para satisfacer un déficit fiscal de un 2% del PIB. Control de la Inflación y proyecciones del Empleo son parámetros que maneja la FED, pero el Banco Central no se responsabiliza del empleo. Ello implicaría involucrarse en lograr mayor profundidad en el mercado de capitales paso que permita calcular un crédito interno consecuente con la cuenta corriente de la Balanza de Pagos. Nuestra vulnerabilidad externa es tradicional: las exportaciones de madera, frutas, vino, productos pesqueros, representan apenas un 40% de las exportaciones de cobre. Un modelo extractivista en el siglo XXI no tiene futuro. Los movimientos de la tasa del interés en política monetaria en un escenario de un ciclo económico tienen sentido solo cuando existe una relación entre aquella y la rentabilidad del capital. Sobre eso no hay ninguna autoridad monetaria que pueda dar seguridades.
Un caso peculiar de esto es el de la explotación minera pues en ese caso la prospectiva del largo plazo significará una ley de corte de mayor utilización de reservas en relación a los recursos geológicamente evaluados. Es decir preferir en una proyección hacia el futuro, una tasa de reservas, digamos de 25% más que una de 35% puede significar una decisión prudente en un clima de precios inciertos y a la espera que el horizonte de precios del mineral mejore.
De cualquier manera, se trate de bienes de capital de corta o larga maduración siempre estamos sujetos a aleas que el Banco Central tendrá que asumir bajando la tasa del interés para así aumentar la inversión y al mismo tiempo llevar al alza en la rentabilidad del capital según esa tasa de interés y vencer el estado de liquidez. La acción conjunta de la tasa del interés a la baja y el alza en la inversión permitirán rehacer los niveles de ingreso y de ahorros anteriores de la crisis.

No podemos perder de vista el extractivismo que compensa el menor valor con mayor cantidad. La apuesta debería corregirse en el largo plazo invirtiendo los excedentes de la actividad de recursos naturales en industrialización. Sin embargo, la realidad muestra que el alza de la tasa real de interés podrá compensarse solo con el alza en la rentabilidad del capital (ventaja para las economías industrializadas). El alza de precios de la materia prima –concentrados– no logra compensar la tasa real de interés.
Estas consideraciones creo que apuntan a problemas que implican alzar restricciones propias de un modelo extractivista profundamente limitado que deberán tratarse y que van mucho más allá de la administración de un modelo limitado y no adaptado a los desafíos del siglo XXI. En términos concretos la rentabilidad del capital deberá medirse según los costos en relación al trabajo, las invenciones, nueva tecnología e innovaciones. Esto, en el caso de países productores de materias primas podrá entenderse en relación al valor de las materias primas y los productos manufacturados del mundo industrializado y la trampa que significa intercambiar más de menor valor por productos de mayor tecnología y valor. Peligro que se acentúa cuando se deprecia la moneda local en relación a la moneda de reserva de las economías industrializadas en que se efectúan los pagos.
Como lo apuntábamos más arriba la gran restricción de la economía chilena es la falta de continuidad de la estructura. No sacamos nada con evocar la reactivación de las empresas medianas y pequeñas si no se dan las condiciones para que exista una acción inter productiva entre grandes, pequeñas y medianas industrias. Como también lo decíamos es la dificultad permanente entre el corto y el largo plazo. Habría mucho más que decir pero dejo hasta ahí a la espera de haber contribuido en alguna medida al debate.
Santiago, Enero 24, 2022