HOMENAJE A LA MUJER. José Miguel Neira Cisternas

En 1857 el sindicato de costureras de la compañía textil de Lower East Side, de Nueva York convoca a una marcha en el mes de marzo en reclamo por una jornada laboral de 10 horas.

La segunda semana de marzo se inicia con una conmemoración de carácter internacional que cumple más de un siglo, y que como todo aquello que se conmemora tiene una historia.

Esta tiene como un primer antecedente un 8 de marzo de 1857.

Aquel aciago día la memoria del movimiento obrero recuerda la Primera Manifestación Pública de  obreras textiles de la industria algodonera de New York, con untrágico resultado de ciento veintinueve mujeres asesinadas.

Siendo los grupos inmigrantes la fuente proveedora de la fuerza laboral peor pagada, las manifestaciones conmemorativas e iniciativas en pro de mejoras laborales continuaron, impulsadas por movimientos de orientación anarco-sindicalista y socialista. Entre estas actividades destacaron los Woman’s Daysque el 1° de marzo de 1908, desde Chicago, exigían, además de una legislación protectora del trabajo en general y regulatoria del trabajo infantil, el reconocimiento constitucional para el sufragio femenino.

En 1909 las obreras de la Compañía de Blusas Triangle de New York, lograron convocar a una multitudinaria marcha calificada como “la sublevación de las 20.000”, mediante un petitorio que no obtuvo una acogida satisfactoria de parte de las autoridades legislativas dadoque, además de las demandas ya históricas, exigía en particular la prohibición de puertas cerradas durante los turnos de trabajo, salidas de emergencia en caso de siniestros o accidentes y escaleras de seguridad; demandas todas que, además de no ser atendidas, ratificaron de maneratrágicasu legitimidad, al ocurrir, el 25 de marzo de 1911, el incendio de Triangle, que dejó entre sus escombros a ciento cuarenta y seis obreras calcinadas y numerosas heridas, inmoladas en el incendio de la fábrica estadounidense, ante la imposibilidad de abandonar sus espacios de trabajo, dado que la productividad exigía que el personal de las secciones permaneciera bajo llave durante los turnos.

La sacrificada y heroica lucha sostenida por las trabajadoras norteamericanas en un país de inmigrantes y los luctuosos sucesos que las jalonaron a lo largo de medio siglo, buscando obtener reconocimiento legal a sus legítimas aspiraciones laborales y contra tratos discriminatorios en la primera república de nuestro continente, expuesta por las delegadas estadounidenses al interior de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhage, en 1910, determinaron quela gran dirigente alemana Clara Zetkinapoyara la idea de instaurar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, inmortalizando el mismo escenario nacional que veintiún años antes,en el Congreso Fundacional de la Segunda Internacional (1889)diera origen al 1° de mayo como Día Internacional delos Trabajadores, conmemorando las jornadas huelguísticas en favor del cumplimiento de una ley que, ya aprobada, reducía la jornada laboral a ocho horas diarias y que culminaron con  la ejecución de los mártires de Chicago en 1886.

Tengamos presente también, queun 23 de febrero de 1917, equivalente en el calendario ruso al 8 de marzo, una multitudinaria manifestación de mujeres de Petrogrado (hoy San Petersburgo), conmemorando el séptimo día internacional de la Mujery denunciando  las angustias que trajo la guerra imperialista,obtuvo, a pocos días de su realización la legalización del derecho a sufragio femeninoy una movilización popular que, continuada, condujo a la abdicación del autocrático régimen zarista, iniciándose el proceso que culminó con la revolución bolchevique, en octubre de ese año 1917.

Mujeres fueron las que transversalmente a las diferentes clases sociales se movilizaron desde la Inglaterra, cuna del liberalismo, hasta el último confín de la periferia americana para exigir respeto e igualdad ciudadana, obteniendo no sin persecuciones, mofas y todo tipo de maltratos, el derecho a sufragio y, con ello, la igualdad ciudadana.

En Chile, Clotilde Ibaceta, líder y Presidenta de la Federación Cosmopolita de Obreras en Resistencia, fundada en Valparaíso el año 1902, declara:“Perseguimos que la mujer salga de la esfera estrecha del hogar y que pase a ocupar, mediante su inteligencia, el puesto que verdaderamente le corresponde en la sociedad”. En la década siguiente, Elena Caffarena, destacada dirigente del Movimiento por la emancipación de la mujer chilena MEMCH y líder de las sufragistas, convocará a la primera conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en 1936.

Desde aquella década de renovación de la política chilena, muchas mujeres dirigentes como las mencionadas, jalonan conquistas en derechos políticos y económicos,  teniendo como pioneras en la conquista de espacios culturales a Isidora Zegers, patrona de la creación musical chilena en el siglo XIX y ala médicoEloísa Díaz, abriendo unespacio antes no imaginado en el campo de las profesiones universitarias, seguidas en su esfuerzo dignificante por Amanda Labarca, Olga Poblete, Gabriela Mistral o Gladys Marín en el ámbito educativo; por Rosita Renard, abriendo espacio internacional para futuras generaciones de pianistas; por la gran escultora Rebeca Matte o, en pintura, a las hermanas Magdalena y Aurora Mira.

Especial reconocimiento latinoamericano tuvo el impulso educativo llevado adelante por  Gabriela Mistral quien, como Tolstoy, contó los dolores y sueños de su aldea hablándole al mundo.

Son éstos algunos de los nombres que perfumaron un destino compartido, conquistando creativamente un espacio que como género les era negado. Y es que en nuestra América morena, la rebeldía tempranamente vistió faldas con Micaela Bastidas, animando la rebelión comunera en Nueva Granada en 1781, y treinta años después con Juana Azurduy –“flor del Alto Perú”–, la gloriosa coronela de la guerra gaucha en los albores de la independencia continental; al igual que Manuelita Sáenz, la compañera de Bolívar, o nuestra Javiera Carrera:todas integrantes de esta luminosa e interminable marchaque se prolonga hasta nuestros días en Rigoberta Menchú, la maya quiché guatemalteca, sobreviviente de una familia de dirigentes campesinos asesinados y que, a los veinte años de edad aprendió el idioma del opresor para denunciar el genocidio de los desheredados,hasta ser galardonada con el Nobel de la Paz en 1992,  y con el premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional en 1998.

Larga resulta entonces lacompartida resistencia contra los abusos, representada en nuestro país en las personas de Ana González, Sola Sierra, Carmen Gloria Quintana o recientemente por nuestra Fabiola Campillay, víctima de la represión del lumpen uniformado;todas, mujeres aguerridas y generosas;todas,protagonizando la larga marcha de la humanidad hacia un deseado derecho a la felicidad.

Fue Rosa Luxemburgo, la más brillante intelectual del mundo revolucionario internacional de comienzos del siglo XX, la “rosa roja, sangre obrera rendida en holocausto al triunfo de los parias”, víctima del militarismo oligárquico y de la traición socialdemócrata,aquella que ofreciendo su vida al servicio de la liberación de los trabajadores, también nos enseñó que la venganza es un placer mezquino que dura poco, al revés de la generosidad, que es un sentimiento que puede darnos la felicidad eterna.

01/03/2021.

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