En algunas intervenciones públicas el historiador Gabriel Salazar se ha declarado asiduo lector del diario matutino El Mercurio. Fuente de información que utiliza en sus intervenciones públicas como referencia económica, entre ellas la amenaza que se cierne sobre el país dada la próxima partida de las transnacionales y sus inversiones hacia países que les ofrecen mejores alternativas. Las alarmas mercuriales son parte de la ofensiva de las transnacionales que en la explotación de los recursos naturales buscan socavar los cambios en la economía. Empresas mineras que invocan royalties (cobre) que, según sus cálculos, llevarían la carga tributaria de la actividad a un 80% – aclaremos que el Consejo Minero nunca ha probado dicha cifra. En una ocasión según las columnas del diario las empresas mineras continuarían su negocio del litio, dados los riesgos, en Argentina. Riesgos que seguramente Salazar valida dada la credibilidad que asigna a su fuente mercurial, sobre todo que son anuncios que se publican desde 2020. Pero, en fin, doblemos la página en una materia que manifiestamente no es la especialidad del historiador.
No es el caso de “La alternativa es que el Ejército intervenga” (entrevista realizada y publicada por Edison Ortiz, El regionalista, 23/12/2022) donde Salazar, ante la pregunta “¿Es la primera crisis tan grave de la elite política chilena?” cita la intervención del ejército en el primer gobierno de Alessandri, “disolvió el Congreso, mandó a todos los partidos políticos al receso y publicó un manifiesto al pueblo de Chile donde explicó que su intervención era absolutamente quirúrgica, para ‘extirpar’ la gangrena que se había inoculado en la clase política” (p. 5).
Prosigue Salazar. “Esa alternativa que ocurrió en septiembre de 1924 está abierta. La ciudadanía no está en condiciones de ‘extirparla’ y los militares, en esa oportunidad, no masacraron al pueblo y están ahí deliberando. Una alternativa que le queda al pueblo es que el ejército haga hoy lo mismo que hizo en 1924, que intervenga para que el pueblo avance, es una alternativa que hay que pensar. Nosotros, la vieja izquierda, siempre pensamos en los militares en términos del 11, del golpe, pero los militares han intervenido dos veces en favor del pueblo, es una alternativa que hay que pensar porque la situación lo amerita” (Ibidem).
La geopolítica de los años 20 del siglo pasado ha cambiado con la realidad del siglo XXI. Salazar debería recordar los vínculos de los ejércitos de Latinoamérica con el Comando Sur de Estados Unidos (USSOUTHCOM según la sigla en inglés), su política de ocupación y dominio sobre los recursos petrolíferos y acuíferos en el Caribe y América del Sur y la similitud de la Cuarta Flota con la Quinta Flota estacionada en el Golfo Pérsico y la Sexta el Mediterráneo, donde el objetivo central es contraatacar la influencia de China y Rusia en América Latina y el Caribe.
Omar Torrijos quien consolidaría su poder en Panamá a comienzos de los años 70, recordó en un momento que fue compañero de Pinochet en la Escuela de las Américas donde la instrucción era clara. Los ejércitos latinoamericanos debían encargarse de eliminar el comunismo. La guerra de Biden contra Rusia en el territorio de Ucrania no deja dudas acerca de las posiciones que deben adoptar los ejércitos latinoamericanos.
¿Cree acaso Salazar que el Congreso peruano habría tenido algún éxito en su golpe contra Castillo sin la intervención del ejército y la policía? El caso de Bolivia, en el golpe contra Evo, es otro que ilustra donde están las lealtades.
Criticar a la vieja izquierda es como apalear a bebés focas en despoblado. Que “la ciudadanía no tiene referentes que procesen la crisis”, como pretende Salazar en la entrevista de marras, es desconocer que los fundamentos del 18 de octubre siguen en pie –época en que la clase política ostentaba un magro 2% de apoyo.
Veamos la realidad, ni “los historiadores están en otra” ni “los sociólogos (están) desconcertados” en el rápido descarte que hace Salazar (Cfr. p. 5). En esta búsqueda de alternativas para el pueblo en que se empeña Salazar es el propio ejército que en una autocrítica demoledora echa por tierra la visión democrática que el historiador quiere ver en el ejército de Chile. Lo invito a leer el Informe del ejército de marzo de 2022, “Reflexiones sobre las actuaciones del Ejército y sus integrantes en los últimos 50 años y sus efectos en el ethos militar”. Lectura que le informará acerca de qué piensan los pares de la intervención del ejército en el tiempo anterior al gobierno de Allende.

“En el asesinato del General Schneider hubo participación de civiles y de militares en servicio activo y en retiro (Yo subrayo – H.V.), los que habrían contado con el apoyo de la CIA. Sobre la participación de esta entidad de inteligencia norteamericana, se puede señalar que el 18 de octubre de ese año, hubo comunicaciones que daban cuenta del embarque de armas y municiones desde Norteamérica que llegaron a la embajada de los EE.UU. en Chile, para ser usadas en el secuestro del Comandante en Jefe del Ejército. En una de las notas de la CIA, se indicaba que ‘neutralizar a Schneider será un prerrequisito clave para el golpe militar, ya que él se opone a cualquier intervención de las Fuerzas Armadas para impedir la elección constitucional de Allende’. Las armas proporcionadas por la CIA habrían sido entregadas a un grupo de oficiales chilenos liderados por el General Camilo Valenzuela y el General Roberto Viaux, quienes tuvieron los principales roles en la planificación y conducción del grupo que atentó y dio muerte el General Schneider”. (Cfr. p. 40).
Concluye el Informe del Ejército. “El asesinato del General Schneider fue un triste y luctuoso hecho, muy doloroso y un agravio al ethos militar. Quedó en evidencia que cuando militares de alto rango pierden las referencias éticas y se mezclan con activistas políticos fanatizados por causas afirmadas en un patriotismo equivocado, al final será el Ejército el que sufrirá un perjuicio muy difícil de reparar” (P. 41).
Lo que el Informe subraya en 2022, alertando contra las soluciones de fuerza, ya lo había advertido el general Prats en 1972, “a la semana siguiente de los aplausos del dictador, los políticos de los bandos más encontrados estarían gritándonos: ¡gorilas! y pidiendo elecciones. Este no es un país de borregos. Los trabajadores representan un poder social. Están organizados… (los militares) no acariciamos la idea de reemplazar al poder civil, ni es nuestra misión” (Entrevista periodística en Ercilla n° 1950, Semana del 29 de noviembre al 5 de diciembre de 1972 al comandante en Jefe del Ejército, General Carlos Prats).
En síntesis, la política sigue vigente, pero no es aquella que la Concertación cultivó durante 30 años en beneficio de grupos de poder que el Pueblo había creído desterrar a partir de 1990. La Comuna, como lo sugiere Salazar, es el territorio desde donde el Pueblo ejerce la política, pero nada garantiza que alcance, en su proyección de poder, al funcionamiento de las instituciones donde se materializa el poder mediante la Constitución y las leyes. En otras palabras, sin esa expresión de Poder la Soberanía del Pueblo no es sino una frase sin contenido.
La Soberanía no es un concepto abstracto, quien la ostenta, el Pueblo, debe contar con los elementos para defenderla. Es decir las instituciones en su pleno ejercicio democrático. Sin embargo, como en una constante, la realidad geopolítica se ha impuesto al libre funcionamiento de las instituciones democráticas, ninguna evidencia indica que en el juego de poderes, la lealtad de las FF.AA latinoamericanas ha dejado de estar con los pactos que nos unen a EE.UU vía la oligarquía local tan vigente como lo estuvo en 1990.
Grupos democráticos dentro de las FF.AA nada pudieron en el pasado, frente a oficiales con mando de tropa. El dibujo pedagógico de Salazar acerca de intelectuales orgánicos actuando en la realidad comunal (Cf. p. 5 de la entrevista) no pasa de ser sino una abstracción académica atrapada en la realidad de pactos de poder. Me pregunto si acaso estos académicos de la politología o de la historia han reflexionado sobre la protesta-movimiento-revuelta del 18 de octubre. Pues, en un futuro próximo, cuando la realidad socio-económica se imponga con su secuela de hambre, desempleo e incertidumbre, la Derecha unida a sus facciones facistoide, apelará al golpe para recuperar lo que entienden como Soberanía, es decir el ejercicio de la libertad, SU LIBERTAD.
Santiago, enero 7 2023